Pasaron algunos años más hasta que dos buenos amigos, Salvador Cantador y José María Velasco, tuvieron la oportunidad de hacerse cargo de aquel negocio de soldadura que ya era conocido en todo el barrio. Se asociaron y lo llamaron Tecnosoldadura. 

Así inició un recorrido de muchos años en los que las soldaduras de Salvador y José María se volvieron un servicio imprescindible en cada vez más empresas y comercios de la zona. La calidad de sus trabajos y la resistencia de sus soladuras empezaron a ser conocidas en toda la ciudad. 

El conocimiento que estos dos soldadores expertos tenían sobre los metales, las  técnicas y las herramientas disponibles  en aquella época, les permitía solventar todo tipo de reparaciones con soldadura y tener éxito donde otros no podían.